Revolución Francesa
La Revolución francesa fue un conflicto social y político, con diversos periodos de violencia, que convulsionó Francia y, por extensión de sus implicaciones, a otras naciones de Europa que enfrentaban a partidarios y opositores del sistema conocido como el Antiguo Régimen.
Si bien la organización política de Francia osciló entre república, imperio y monarquía constitucional durante 71 años después de que la Primera República cayera tras el golpe de Estado de Napoleón Bonaparte, lo cierto es que la revolución marcó el final definitivo del absolutismo, y dio a luz a un nuevo régimen donde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en la fuerza política dominante en el país.
El Absolutismo
El absolutismo en Francia marcó toda una época y fue un régimen que tuvo como mayor exponente a Luís XIV quien pasó a la historia por ser el soberano que ejerció un poder con carácter absoluto, sin límites de ninguna especie algo que se sintetiza en su conocida frase “El Estado soy yo”.
El absolutismo se vivió como forma de gobierno de varios países en diferentes épocas de la historia, pero ese término se utiliza para designar el ejercicio del poder en un período histórico concreto representado por las monarquía absolutas europeas de los siglos comprendidos entre el XVI al XVIII.
Sin embargo, se destaca el siglo XVII como un período de crisis tanto económicas como políticas con guerras y anarquías en los Países Bajos, además problemas religiosos y crisis intelectuales.
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